Reseña | «El Greco» de Fernando Arrabal

Hace años viajé por primera vez a Toledo. Visita de la que guardo un grato recuerdo y en la que quedé prendado de la ciudad y que me despertó una fascinación por El Greco. Y es que el pintor cretense siempre ha sido uno de mis pintores de referencia junto a nombres como Salvador Dalí, Tamara de Lempicka, Margaret Brundage, Edward Hopper, Frederic Remington, Julio Romero de Torres o Mariano Fortuny, por citar algunos nombres; pero al contemplar El entierro del Señor de Orgaz en la Iglesia de Santo Tomé y visitar el Museo de El Greco comencé a experimentar una obsesión por la obra y la figura de El Greco que sigo arrastrando a día de hoy. Fruto de esto adquirí una serie de libros que, directa o indirectamente, trataban sobre la figura o la pintura de Doménikos Theotokópoulos y de la que iré dando cuenta a cuenta gotas en las distintas reseñas que publico en este humilde blog.

El primero de los libros dedicados a El Greco que voy a reseñar es seguramente el más extravagante de todos los libros sobre el pintor cretense que tengo en mi biblioteca, el opúsculo de Fernando Arrabal El Greco. El autor melillense fundó el Movimiento Pánico junto al chileno Alejandro Jodorowsky y al francés Roland Topor; además ha dirigido también cuatro películas y ha escrito infinidad de obras que van desde la novela, pasando por el ensayo y la poesía, pero por lo que realmente es célebre (aparte de por alguna pintoresca aparición en Televisión Española) es por sus obras teatrales que incluyen títulos míticos como PicnicEl tricicloEl cementerio de automóviles o El arquitecto y el emperador de Asiria.

En El Greco se dan la mano melillense y cretense con un resultado singular e incluso insólito, este opúsculo se divide en dos partes, por un lado un texto que lleva como título El Greco y por otro  Velázquez… y El Greco, en ambos textos analiza la obra pictórica y su repercusión en la historia del arte. En el primer texto primero nos explica como El Greco fue denostado por la crítica de su tiempo hasta el siglo XIX, maldita la falta que hacen aquí sus extravagancias diría Francisco Mateos Gago, y como fue reivindicado por románticos, modernistas, noventayochistas y vanguardistas. También hace un repaso su vida itinerante desde su Creta natal a Venecia, Roma y finalmente Toledo. Para Arrabal la rompedora obra de El Greco (precursor de las vanguardias históricas y primer inversor del arte) está plagada de escenas eróticas y nos enumera una serie de cuadros en la que este homoerotismo estaría presente:

En el Martirio de San Mauricio asegura que la cabeza decapitada de un barbudo besa el pubis. La inmolación del suplicado y el orgasmo del superviviente invierten sus significados. Por otro lado asegura que San Jerónimo penitente es una escena onanística o que en La adoración de los pastores estos están postrados ante un gigantesco falo mal camuflado en hocico de vaca. En el cuadro La Resurreción Arrabal, rozando el paroxismo, ve un foot-fucking.

Fernando Arrabal hace una interpretación de la obra pictórica de la obra de El Greco siguiendo la hipótesis de que Theotokopoulos era homosexual. Pero, más allá de la falta de pruebas ofrecidas para sustentar esa afirmación, en mi opinión esta extravagante exégesis subjetiva que realiza Arrabal es en parte humorística y busca provocar e incluso divertir al lector ante las delirantes interpretaciones de estas representaciones religiosas, no debemos olvidar que se enmarcan dentro del contexto de la Contrarreforma y eran obras de encargo; y por otro simplemente sigue la tradición de exégetas que ven en las torturadas figuras de sus lienzos imágenes repleta de homoerotismo y prácticas sexuales, como Jean Cocteau, que llega a calificar al artista cretense como un geómetra erótico.

El segundo texto de este brevísimo volumen titulado Velázquez… y El Greco, conferencia que Arrabal dio en la Universidad de Cergy-Pontoise en diciembre de 1999, en esta conferencia -que por cierto, comienza citando y parafraseando acto seguido la Marcha de Oriamendi- repasa la distinta suerte que corrieron las carreras como artistas de Diego Velázquez y Doménikos Theotokópoulos en su época y en la posteridad. Es cierto que en lo que respecta a El Greco redunda en lo ya expuesto en el texto anterior, solo que compara la incomprensión de los lienzos del cretense con el éxito y aceptación de la obra del artista sevillano y dice Arrabal: se diría que alaban al ingenioso Velázquez para ningunear al genial El Greco. Como no se cansa de repetir en esta conferencia el autor melillense Velázquez representa a la tradición mientras que El Greco representa ruptura y escándalo.

El Greco de Fernando Arrabal es una obra no apta para todos los paladares, el estilo del autor y sus aseveraciones pueden descolocar al lector, sobre todo si busca un análisis exhaustivo -si es que puede serlo alguien en 56 páginas- aquí no lo encontrará. En estas páginas encontrara a un Arrabal puro, extravagante y delirante, a la vez que lleno de ingenio y agudeza. Como resumen para conocer en una tarde la hipótesis de la homosexualidad de El Greco y del homoerotismo en su obra funciona bien, pero si se busca profundizar en la figura de Theotokópoulos hay otras obras menos pintorescas. Yo por más que observo y analizo con la mente abierta la obra de El Greco no encuentro esas enardecidas fantasías sadomasoquistas de las que me hablan y al final acabo más convencido de que quieren ver más de lo que hay en el lienzo.

Ficha técnica:

Título: El Greco.

Autor: Fernando Arrabal.

Número de páginas: 56.

Editorial: Casimiro.

Año: 2013.

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