Reseña | «Buñuel en el laberinto de las tortugas» de Fermín Solís

De entre todos mis placeres de cinéfilo hay uno del que guardo un cariño especial ya que modeló parte de la forma que tengo de mirar el mundo: Luis Buñuel. Y es que el cineasta calandino desde muy pronto formó parte de esa pléyade de directores a los que he rendido culto junto a nombres como John Ford, Martin Scorsese, Stanley Kubrick, Andrei Tarkovski, Carl Theodor Dreyer, Fritz Lang, Akira Kurosawa, Roman Polanski, Jean-Pierre Melville o Sergio Leone, por citar solo algunos ejemplos.

Tras emigrar a París Luis Buñuel realiza sus dos primeras incursiones surrealistas en el cine con el corto Un perro andaluz (1929) y con el largometraje La edad de oro (1930), y planea viajar a la comarca de Las Hurdes (Extremadura) para rodar su primer y único documental: Las Hurdes (Tierra sin pan) (1933). Su amigo Ramón Acín gana un premio de la lotería de Navidad y financia la película. De este modo, Acín y Buñuel, junto al director de fotografía Éli Lotar, el escritor Pierre Unik y al ayundate de dirección Rafael Sánchez Ventura, ruedan en Extremadura el polémico documental.

Desde finales del siglo XIX son varias las personalidades que denuncian el mal vivir de los hurdanos,  como Miguel de Unamuno en Andanzas y visiones españolas (1913) o Gregorio Marañón, que acompaña a Alfonso XIII durante la visita del rey a la comarca en 1922. En palabras del propio Buñuel: Había en Extremadura, entre Cáceres y Salamanca, una región montañosa desolada, en la que no había más que piedras, brezo y cabras: Las Hurdes. Tierras altas antaño pobladas por bandidos y judíos que huían de la Inquisición (Luis Buñuel – Mi último suspiro, pág. 118). El punto de partida del que el cineasta aragonés saca la idea para su documental es el ensayo Las Hurdes: Estudio de geografía humana del antropólogo e hispanista francés Maurice Legendre, Buñuel opta por un enfoque surrealista para su documental y se decanta por la exageración y la recreación de algunas escenas para lograr su fin, denunciar el atraso y la dejadez al que el gobierno mantenía a la región. Esta manipulación ha sido reprochada por, supuestamente, estigmatizar a los hurdanos, pero al mismo tiempo ha sido elogiado por otros documentalistas. Por su parte el gobierno de la II República censuró el documental por considerarlo deshonroso y denigrante para España, pero fue sonorizado en Francia y utilizado en plena guerra civil como arma propagandística.

El historietista cacereño Fermín Solís recrea el rodaje de este mítico documental en este tebeo titulado Buñuel en el laberinto de las tortugas. Solís intenta con su cómic reconciliar la sensibilidad actual de los hurdanos con el documental de Buñuel a través de una historia divertida, surrealista, trufada de guiños a la obra del director calandino. Esta obra se enfrentan dos visiones la realista y la imaginativa, en el que confronta la figura totalmente surrealista y excéntrica de Luis Buñuel, al que su desaforada imaginación hace que los tejados de pizarra de las casas de las Hurdes se le antojen caparazones de tortugas, con la del anarquista Ramón Acín, al que presenta como más pragmático, prosaico y racional (confrontación que se acentuará más en la adaptación cinematográfica). Solís añade también sueños y visiones surrealistas para introducir al lector en ese mundo buñueliano que retrata. También se confrontan las dos ambientaciones de la historieta la cosmopolita París en la que Buñuel y Acín deambulan de bar en bar llevando una vida muelle con la existencia precaria delas gentes que viven en la comarca de Las Hurdes.

En el apartado gráfico el dibujo de Solís es caricaturesco, entroncando en gran medida con la escuela Bruguera, y para la reedición que ha editado Reservoir Books la obra ha sido coloreada y redibujada, aunque a modo de apéndice se han añadido varias páginas de la versión primitiva en blanco y negro y algunos bocetos, por lo que es interesante ver la evolución gráfica del cómic desde sus primeros esbozos, pasando por su primera edición en blanco y negro hasta su versión final a color.

Fermín Solís intenta con Buñuel en el laberinto de las tortugas reconciliar a los hurdanos con el director aragonés con una historia que alterna lo onírico con el realismo, fabula como pudo ser el rodaje de Las Hurdes (Tierra sin pan) de forma libérrima pero en gran medida fiel al espíritu buñueliano en forma de guiños constantes a su obra, e intenta explicar las motivaciones de Buñuel para rodar el documental y entender  su fascinación por lo extraño y lo extravagante.

En 2018 se estrenó la muy recomendable película de animación homónima basada en el tebeo de Solís, en el que se enfatiza las diferencias entre los dos personajes principales y se retrata a Luis Buñuel como un burgués que viene a jugar a la comarca de Las Hurdes y a Acín como un un humanista preocupado por la miseria que se encuentra. El film es un claro homenaje a la olvidada figura de Ramón Acín.

Ficha técnica:

Título: Buñuel en el laberinto de las tortugas

Autor: Fermín Solís

Número de páginas: 160.

Editorial: Reservoir Books

Año: 2019.

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